Según varios medios de comunicación nepalíes, detectados por Destructoid, la División de Crimen Metropolitano presentó el miércoles un Litigio de Interés Público en el Tribunal de Distrito de Katmandú, instando a la prohibición de PUBG por considerar que el juego estaba teniendo un efecto negativo en el comportamiento y el estudio de los niños y los jóvenes.
La orden de prohibir el juego fue promulgada por los tribunales la semana pasada, lo que obligó a varias empresas de telecomunicaciones y a los órganos legislativos y policiales a aplicar la prohibición. Cualquiera que sea sorprendido jugando al juego podría enfrentarse a una detención en virtud de la nueva orden, y la Autoridad Nacional de Telecomunicaciones ordenó a los proveedores de servicios de telefonía móvil e Internet que bloquearan todo acceso al mismo.
En declaraciones a los medios de comunicación, Dhiraj Pratrap Singh, jefe de la División de Crimen Metropolitano, dijo a The Kathmandu Post:
Hemos recibido varias quejas de padres, escuelas y asociaciones escolares sobre el efecto del juego en los niños. También mantuvimos conversaciones con psiquiatras antes de solicitar al Tribunal de Distrito de Katmandú permiso para prohibir el juego.
Los padres y las escuelas se habían quejado de que el juego afectaba a los estudios de sus hijos y los hacía más agresivos. Cuando consultamos a los psiquiatras, también dijeron que la violencia del juego puede hacer que la gente sea agresiva en la vida real.
La idea de que los videojuegos, o el hecho de jugarlos, contribuyen a un comportamiento antisocial o violento es controvertida. Es innegable que la violencia juvenil y otros comportamientos antisociales son una preocupación mundial, pero lo que está en disputa es dónde está la culpa. Una investigación imparcial de los problemas sugeriría que casi siempre hay múltiples factores en juego.
Algunas investigaciones llegan incluso a sugerir que los videojuegos pueden reducir la violencia, pero este tipo de análisis suele errar al ignorar otros factores que pueden estar influyendo en el resultado de las interacciones entre la violencia y los videojuegos.
Por ejemplo, el estatus socioeconómico puede explicar tanto la disminución de la conducta violenta como el aumento del uso de los videojuegos. Los jóvenes más acomodados tienen los medios y el tiempo para comprar y jugar a los videojuegos, lo que les mantiene a salvo en el interior mientras evitan interacciones potencialmente violentas en la vida cotidiana.
Pero todavía hay algunas pruebas que sugieren que algunos tipos de comportamiento violento o agresivo pueden ser cada vez más probables debido a los juegos y a las condiciones que crean. Un estudio examinó a 161 niños de 9 a 12 años y a 354 estudiantes universitarios y sus respuestas al jugar a juegos que eran violentos o no violentos. A los que jugaron a una clase de juego se les hizo jugar a otro en el que establecían los niveles de castigo que debían aplicar a otra persona que participaba en el estudio (no se les administró realmente). Los efectos observados incluían una mayor probabilidad de administrar más efectos de castigo a los oponentes si el sujeto había jugado a un juego violento. Este estudio también observó un aumento de la probabilidad de exponerse habitualmente a medios de comunicación violentos si se había estado expuesto a diferentes formas de violencia real.
Otro estudio examinó los hábitos mediáticos de casi 200 estudiantes de secundaria y descubrió que, al controlar el sexo, el tiempo total frente a la pantalla y las creencias y actitudes agresivas, el aumento de la exposición a contenidos violentos o sugestivos podría conducir a mayores tasas de comportamiento físicamente agresivo. Un análisis de 2010 de 136 estudios que representaban a 130.296 participantes encontró un patrón consistente entre jugar a videojuegos violentos y muchas medidas de agresión.
Y aunque, por supuesto, hay otros estudios que no observan este tipo de tendencias en la violencia, está bastante claro que hay cierta influencia aquí, aunque es muy difícil decir cuánto. Y es mucho más difícil culpar a un juego en particular, ya que el comportamiento violento suele ser producto de múltiples factores.
Entonces, ¿creo que prohibir los juegos, incluso los violentos, ayuda? La verdad es que no. Un esfuerzo más productivo sería dedicar tiempo y recursos a la educación sobre cómo prevenir y frenar la violencia mediante técnicas de control de la ira, asesoramiento, terapia de relaciones y otras formas de mediación. Y no, entender las causas de la violencia y comprender cómo controlarlas no es una pesadilla orwelliana que haya tomado forma, así que deja de asustarte.
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